lunes, 18 de mayo de 2009

EL OTOÑO DE MI PIEL

Muerde la sombra que se asoma
de mi consumida candidez
muerde con gritos, con llanto, muerde de revés
muerde la fantasía que se colma de vino
muerde mi pecho y mi monte divino.
Muerde con tus manos de hereje
en la penumbra de la madrugada
las caricias que se fueron
aquellas que el tiempo las volvió nada.
Muerde cuando callas un silencio
cuando mientes con razón
una pena que se esconde
que carcome poco a poco
lo que un día ardía de pasión.
Muerde mis alas rotas de tanto volar
y los frutos que han caído de tanto madurar
que se queden tus labios con el sabor
a otoño de mi piel
que tus dientes arranquen de tajo
la dulzura que en mi pasado tanto entregue.
Muerde como perro
las orillas de mi cama,
los años que quedaron
reflejados en mi rostro
pero no los que dejo guardados
en mi adolecente corazón.
Muerde mis fallecidos años mozos
pero no la alegría que cargo por vocación
deja libres mis suaves labios
para poder algún día decir
que he vivido la mejor de las vidas
y que al final de mi camino
divinamente mordiste mi vejez,
y te quedaste conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario